Ya no queda mucha ficción incumplida, ya la realidad casi no puede ser ficcionalizada.
La vuelta al mundo en cero días, viaje al centro del cerebro, ventanas intercraneales, ojos metidos en túneles estomacales que proyectan su luz en pantallas planas.
Ya nadie ve, salvo que lo cacheteen para despabilarlo unos segundos antes de volver a entrar en trance.
Ya estas acostado eternamente dormido, sin guitarra, sin peluca, sin pastillas.
Ya nada da asco.
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