20 ago 2010

sopapo

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El tiempo sigue pasando, las cosas siguen pasando, nos siguen pasando, siempre nuevas, siempre repetidas, y cambian las caras, las bocas, los sabores, el frenesí es el mismo, las voces son distintas, las palabras mutan. El miedo ilógico que obliga a un monitoreo constante de cosas sin mas sentido que no mirar lo simple que aterra por hermoso y nuevo.

Quedándose en lo que no esta y no estará nunca mas, en respuestas que caen en el agujero del conejo para nunca mas regresar. Y esa oscuridad del túnel que perturba el olor a té de menta que flota en lo cotidiano y real.

El oximorron de la oscuridad que encandila y no deja ver las velas para apagarla.


Pero tu boca es distinta a las de antes, tus pestañas enmarcando esos ojos que hablan palabras distintas a las salen de la voz, de las voces.

Los chicos no lloran. Los nenes no juegan. La inocencia no cotiza en ningún ámbito financiero.

La tuya si, la mía si.
(Quiero eso)
No quiero atormentadas voces que no paran de gritar.
Que se callen todos.


Disfrutemos del silencio que hay en el ruido de todos los días. Y ya. Realidad. Y ya.




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2 comentarios:

Joaquín Kreimer dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Joaquín Kreimer dijo...

Me gustó esa descripción muy por al costado, muy sesgada, de tu cotidianeidad,
o de la mía
o de la del vecino,
o de la todos nosotros.
Y junto a ella,
una propuesta, una proclama, para que algo cambie,
se transforme,
diverja, hacia algo más humano, antiguamente humano...

Lindas palabras.
Llenas de cotidianeidad, ira,
dulzura y sabiduría.

Un garabato para usted, señorita !