27 dic 2009
5 oct 2009
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22 ago 2009
perfume.
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Compra todos los días mandarinas en la esquina de la oficina en la que trabaja, las guarda cuidadosamente en su mochila, sin olvidar envolverlas previamente con el papel del diario que le regalan en el subte a la mañana cuando todavía no se termina de despabilar y va escuchando música, entre dormido, en su mundo de videoclip lento.
El perfume trata de escaparse por las costuras y los dientes del cierre metálico.
Pero pocas veces lo logra.
Ya entrada la tarde a la hora en que el cielo comienza a teñirse de colores anaranjados y rojizos, llegará a su casa, se dirigirá en su balcón de azaleas y jazmines recién nacidos, y pelara todas las mandarinas desparramando las cáscaras frescas a su alrededor.
Para sentarse en su sillón de mimbre y almohadón verde a sentir la mezcla de perfumes, durante la media hora que religiosamente le dedica.
Y aunque casi nadie conozca el ritual, casi todos aseguran que no la olvido.
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29 jul 2009
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Por probar nuevos caminos se perdió.
Decidió quedarse sentada.
Dejar de caminar, para no volver a no saber volver.
Se quedó sentada cuando logró llegar de nuevo al lugar de origen,
dejando que le crecieran raíces en los dedos de los pies,
Sin dar frutos,
porque no llegaba el sol, y la lluvia era escasa.
Decidió atarse al suelo de baldosas rojas. A no pisar el pasto descalza.
Decidió morir de pie,
Sin haber corrido más que esa vez en la que se perdió, encontrándose, pero no queriendo ver.
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25 jun 2009
.fragmentos.
(....)
La inauguración de la charla se presento torpe, y las frases se agolpaban tratando de acomodarse en los espacios, intentando despejar los huecos oscuros de los silencios,
poco a poco las voces se entrelazaron hasta calmarse y mostrarse cada vez con menos altibajos sonoros, tal cual eran, ya no inventadas.
(....)
21 jun 2009
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este invierno podría haber sido uno de los más crudos.sin dudas.
por cuestiones de transposición de fríos pasados, y nuevos.
por re-abrigarse con el mismo abrigo que te protegía en esos pasillos glaciares de horas hospitalarias e interminables,
por re-viajar en medios de transportes de vidrios que se empañan con los baldazos helados de la realidad a la que no querés salir.
por re-encontrarse desnudos de presencias irreemplazables.
empapados de ausencias.
por re-vivir.
este invierno podría haber sido uno de los mas crudos. sin dudas.
pero no:)
6 may 2009
19 abr 2009
filtros
Y somos hijos, padres, hermanos, amigos, compañeros, amantes , sobrinos, tíos , abuelos, ex –algo (rotulable o no), vendedores de buzones rojos, compradores de gatos por liebre, lectores, pacientes, criticados, críticos, victimas y victimarios, marionetas y domadores, vestidos y desnudos.
Somos cantantes sólo conocidos por duchas. Elvis Presley en medias, sin público y con micrófono de escoba.
Somos queridos, intolerados, intolerantes, tiernos y bestias, dulces y agrios, asesinos, golpeadores de almohadas que no denuncian.
Somos vulnerables, y superhéroes, delincuentes y juzgadores, soberanos y proletarios, puntos insignificantes, números sin nombres para algunos y universos enteros para otros.
Somos un sin fin de posibilidades en un mismo recipiente.
Somos una madeja de desconocidos chocándonos en lugares atestados de más desconocidos.
Somos según el cristal en que nos asomamos a ver que pasa.
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12 abr 2009
mar de gente.
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30 mar 2009
agua entre la córnea y la realidad.
22 mar 2009
puntos por puntos por
17 mar 2009
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11 mar 2009
como el viento.
22 feb 2009
lluvia.
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Pero ese día Constitución era otra cosa, los agujeros gigantes en el techo siempre me habían despertado el más profundo de los odios, cóctel perfecto a la hora de combinarse con la indignación del pequeño, diminuto, patriota viviendo en mi conciencia culturalizada y la fatiga que provoca el peso en los párpados de quien recién se despierta. Ese día llovía, también llovía, y las gotas eran más gruesas que nunca, cayendo a baldazos de ese cielo que no encontraba obstáculo hasta llegar al suelo, salvo por los transeúntes que vertiginosamente salían de los vagones hacia un techo no roido, abriendo, desplegando, comprando paraguas que se clavaban de cuando en vez en algún ojo distraído, o alguna melena arquitectónicamente arreglada.
Pero ese día, las gotas caían lentamente, y se iban tornando redondas y brillantes antes de romperse, y alfombrar el cemento gastado y sucio, era otra cosa, no era la lluvia que anuncia el pronóstico, ese día no molestaba que se me empape el pelo, haber salido en ojotas y vestidito floreado, ese día tenía banda de sonido, esa canción que no conoces, porque sólo es de banda de sonido, de fondo, difícil de rotular. Los ruidos humanos se habían silenciado.
Ese día era película, era escenografía, era saberme inmersa en un guión aún no escrito, lleno de personajes secundarios, de ambientaciones, de voces en off a las que desobedecer.
Y ya no eran chapas oxidadas y rotas las que coronaban el despertar de ese día sin estrenar, eran multiplicidades de oportunidades, de ganas sobre todo de no recorrer siempre el mismo escenario, porque a éste ya le encontré un poco de la escencia escondida, y si ese día hasta Constitución, era otra cosa, cualquier cosa puede ser algo mejor, y si los suelos son siempre los mismos la rutina se hace taper, sin ventanas. Y no.
Pero ese día Constitución era otra cosa, los agujeros gigantes en el techo siempre me habían despertado el más profundo de los odios, cóctel perfecto a la hora de combinarse con la indignación del pequeño, diminuto, patriota viviendo en mi conciencia culturalizada y la fatiga que provoca el peso en los párpados de quien recién se despierta. Ese día llovía, también llovía, y las gotas eran más gruesas que nunca, cayendo a baldazos de ese cielo que no encontraba obstáculo hasta llegar al suelo, salvo por los transeúntes que vertiginosamente salían de los vagones hacia un techo no roido, abriendo, desplegando, comprando paraguas que se clavaban de cuando en vez en algún ojo distraído, o alguna melena arquitectónicamente arreglada.
Pero ese día, las gotas caían lentamente, y se iban tornando redondas y brillantes antes de romperse, y alfombrar el cemento gastado y sucio, era otra cosa, no era la lluvia que anuncia el pronóstico, ese día no molestaba que se me empape el pelo, haber salido en ojotas y vestidito floreado, ese día tenía banda de sonido, esa canción que no conoces, porque sólo es de banda de sonido, de fondo, difícil de rotular. Los ruidos humanos se habían silenciado.
Ese día era película, era escenografía, era saberme inmersa en un guión aún no escrito, lleno de personajes secundarios, de ambientaciones, de voces en off a las que desobedecer.
Y ya no eran chapas oxidadas y rotas las que coronaban el despertar de ese día sin estrenar, eran multiplicidades de oportunidades, de ganas sobre todo de no recorrer siempre el mismo escenario, porque a éste ya le encontré un poco de la escencia escondida, y si ese día hasta Constitución, era otra cosa, cualquier cosa puede ser algo mejor, y si los suelos son siempre los mismos la rutina se hace taper, sin ventanas. Y no.
Nuevas lluvias esperan.
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16 feb 2009
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La sonrisa de costado, es la sonrisa por excelencia, es la sonrisa que no se anima a ser entera, porque a una mitad le da vergüenza mostrar su debilidad, su vulnerabilidad, su maleabilidad en manos de lo que la hace florecer.
La sonrisa de costado no se anima del todo, pero se anima mas que la ruidosa, que la risa chillona, que la carcajada gritona que esconde su no-saber que decir, su hueques, su vacío, detrás de el estampido ruidoso que arrasa con el silencio de lo que de verdad provoca la sonrisa de costado, sincera ella, que se escapa desde adentro como una bocanada chiquita del aire de felicidad que no nos entra en el pecho, que no sale de los pulmones, que como las lágrimas de emoción, se filtra cuando el cuerpo ya no las puede retener.
La sonrisa de costado esconde más de lo que muestra, es un indicio de algo grande, escondido, silencioso, real.
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La sonrisa de costado no se anima del todo, pero se anima mas que la ruidosa, que la risa chillona, que la carcajada gritona que esconde su no-saber que decir, su hueques, su vacío, detrás de el estampido ruidoso que arrasa con el silencio de lo que de verdad provoca la sonrisa de costado, sincera ella, que se escapa desde adentro como una bocanada chiquita del aire de felicidad que no nos entra en el pecho, que no sale de los pulmones, que como las lágrimas de emoción, se filtra cuando el cuerpo ya no las puede retener.
La sonrisa de costado esconde más de lo que muestra, es un indicio de algo grande, escondido, silencioso, real.
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26 ene 2009
14 ene 2009
después
4 ene 2009
viceversa.
un cuentoquete cuento.
Se miran, se enredan, se retuercen enroscándose hasta sacarse todo el jugo, hasta la última gota, quedándose en pupilas desnudas y secas.
Ella se rinde primero, bajando antes que él ese nexo que son los ojos, va contra su moral chapada a antigua provocar la inminente guerra.
Pero igual se tocan, se rozan, nada impide que el sudor de a poco comience a propagarse por cada poro de la piel joven y casi fundida de los dos, que por momentos son uno, esa única piel que refleja el sol que aún no se consume y logra filtrarse entre los escasos recovecos libres; agujeros pequeños recordando que aún no se ha muerto el día.
Él se deja llevar, sus pensamientos navegan por el cauce del perfume dulce que irradia su contrincante y se imagina, durante ese viaje casi náutico, cómo sería esa misma situación en otro contexto quizás más almidonado y musical, que los encontrara más relajados, sin pensar en el tiempo consumiéndose, derritiéndose, entre los dedos de esas agujas apuntando a números romanos.
Entre las opciones barajadas la elegida es el silencio, sepultando cualquier tipo de posibilidad latente, la galaxia de sensaciones inmovilizadas en el aire estático de ese denso ambiente que los encuentra una vez más oprimiéndose en un sólo latido dispar, como una nube no tan gris sobre sus cabezas juntas.
Un par de labios ofreciéndose como fruta fresca en una tarde de verano, una cintura femenina aprisionada, y la espalda de él protegiéndola. Mientras tanto un paisaje que no para de cambiar, que no se detiene.
Inconcientes, los pasajeros de nuestra historia, dejan pasar los minutos y los metros, como paralizados, sin saber que dentro de exactos diecisiete minutos, se dispararán por última vez un gesto, una caricia, un suspiro de ese amor inventado en donde uno es el uno del otro, sin nombre, y viceversa.
- Bajas?
Ella, contestará negativamente con su cabeza, y esa será la primera y última vez que escuchará salir una palabra de la boca del amor de su vida.
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